sábado, 19 de octubre de 2013

Crónica de la GTR30

       Crónica GTR30 Navacerrada-El Escorial
Inolvidable, tras mucho meditar, definitivamente ese es el adjetivo que mejor define lo vivido en el día de la GTR de Navacerrada al Escorial, incluidas sus horas previas y posteriores.
      Madrugón de órdago a las 5:00 de la mañana.  Preparé mi habitual pan tostado con aceite, café y zumito de naranja,  recuerdo perfectamente la sensación de agobio y de “con razón Mario te dice hombre accesorios” al mirar a la mesa del salón y ver todo el material repartido sin apenas dejar hueco. La ropa para ponerme en carrera, mochila de trail aun vacía, material necesario en algunos casos y otros elementos que ojala no tuviera que usar. 
        Recuerdo que desayunando miraba la televisión casi en Babia, la caja tonta estaba en un segundísimo plano, el protagonismo en mi cerebro lo ocupaban cuatro letras que unidas formaban una palabra que resumía lo que me esperaba, un reto.
        Me vestí pitando y una vez “disfrazado” me preocupe de tachar de mi lista todos los elementos que iba colocando en la mochila de trail y en la bolsa de deporte, no paré ni un segundo hasta que todo estuvo en su sitio y pude respirar tranquilo, apagué luces y a la calle, Javi Chuster estaba a punto de llegar.
       En un coche Chuster, Juanje y yo, en el otro Mario y Jesús que se había unido a la expedición en Fuenlabrada. Fue un viaje muy muy ameno debatiendo como siempre sobre el valor y la hombría de cada uno de nosotros, refiriéndonos a la actitud, resistencia y ganas a la hora de correr de cada quien (el que no corre o se achanta es un “gay” jejejejej).
       Llegamos al Escorial sobre las 7:15, no sin perdernos antes, al irnos a la zona equivocada del monasterio Una vez reubicados no hubo mayores problemas y pudimos aparcar. Al bajarnos de los coches y cuando ya estábamos colocándonos las mochilas para ir hacia el autobús, un chico que también participaba en la prueba se acercó a pedirnos unos imperdibles, creo recordar que Chuster fue quien le dio dos. Luego ya después de andar los 500 metros hasta el autobús nos confesó entre risas que después de habérselos dejado se había dejado los suyos además de las gafas, en el coche. Esto para un tío como Chuster no es problema, es un superviviente, un minimalista que correría la GTR con dos alpargatas y una hoja de parra delante y una detrás. Menudo crack el Antón Kuprika del “bolo”.  Como buenos chicos espabilaos llegamos a la parada cuando allí ya estaban esperando no menos de 60 o 70 personas.  Al llegar el primer bus y abrir la puerta una voluntaria se puso a hablar" de vaya usted a saber que" con el conductor, momento que aproveché, en un acto sublime de disimule y “remoloneo” para colocarme en pole, teniendo el honor de ser el primer GTR30 en subir al bus, seguido de mis cuatro compañeros.  ¿Qué que sitio elegimos? Adivinad …pues claro, los cinco de detrás del todo.
    La tensión se respiraba en el viaje desde el Escorial a Navacerrada Pueblo, solo los cinco VR rompían el silencio diciendo un buen número de chorradas, se hacían fotos y afrontaba el comienzo de ese día como algo muy muy especial.  Fue en ese viaje de autobús, entrando en Navacerrada, cuando sentí  por primera vez en mi vida desde que soy un VR una sensación de canguelo y de “que hago yo aquí Dios mio”, sensación que me quedé para mí sin decir nada a ninguno de estos cuatro monstruos, afortunadamente esa sensación pasaría a la historia al acabar la cuenta atrás en la línea de salida.

    Tras orinar todos y que alguno que otro hiciera labores “más oscuras”, después de calentar en la plaza un ratito al son de Rammstein, Red Hot Chili Peppers y Ramones, una voz se escuchó al megáfono….“Corredores GTR30, vayan acercándose a la línea de salida”, cuando el speaker pronunció esa frase, uno de nosotros dijo ¿y si vamos ya para allá?. Fue una pregunta sin respuesta y, simplemente fuimos en silencio hacia allá, cuando nos quisimos dar cuenta estábamos ya colocados en primera y única fila 
   

     Cuenta atrás de 10 y …. ¡¡¡ SALIDA !!!
     Salimos todos juntos del pueblo en tromba como es habitual en casi cualquier carrera, primer kilómetro prácticamente por asfalto, a Juanje se le cae su polémico vaso, el cual paro y retrocedo varios metros para poder recuperarlo, rápidamente entramos en tierra con un camino que describe una curva a la izquierda la cual nos sitúa en terreno blando.
     Los primeros kilómetros hasta el avituallamiento en “Los Molinos” en el km 10 discurrían por sendas estrechas, ladera de monte bajo y más de una explanada.  La posición en carrera entre los cinco VR variaba continuamente sobre todo por el hecho de que poco a poco nos fuimos parando o bajando mucho el ritmo para quitarnos todos el cortaviento, sobraba, hacía un día esplendido y el fresquito matutino casi había desaparecido del todo.
      En una senda de monte bajo con vegetación a ambos lados, Chuster y yo perdimos de vista a Juanje, Mario y Jesús. Juanje a su vez se separó de ellos y en un momento dado los dos se perdieron más de dos kilómetros haciendo un recto. Chuster y yo también nos perdimos aunque solamente unos 600m junto con al menos una docena de participantes (no voy a hacer crítica explicita a la organización, no es ese tipo de crónica).  Una buena forma de describir la forma física espectacular de los dos “leones” es que, pocos km después y justo antes del primer avituallamiento, nos volvieron a coger, incluso rebasándonos y uniéndose a ellos Juanje, les perdimos de nuevo de vista.
     Al llegar al avituallamiento en “Los Molinos” (km10) vimos que estaban allí nuestros tres compañeros VR  todavía juntos, fue el último rato que pasamos con ellos (entre nosotros...lo que decía Juanje de hacer la carrera juntos, nunca me lo creí), unos gajos de naranja, unos trozos de plátano y me bebí de un trago la bebida isotónica que llevaba para aligerar peso, empezaba lo duro.
     Unos primeros kilómetros de ascensión al “Alto del León” aproximadamente a 6/7 minutos por kilómetro las primeras rampas se podía realizar corriendo a bajo ritmo.
     Los bastones pasaron a la acción y ya no los soltaría hasta el final de la prueba, fueron en mi mano tanto cuando corría, como cuando andaba, gracias también en parte a ellos logré el objetivo y ahora pienso que fue una idea providencial el comprarlos 
      Del km14 al avituallamiento en el km20 empleamos más de una hora. Fue a mitad de ese segmento y en un momento de respiro cuando me resentí de los dolores que en los últimos quince días me habían hecho pasar dos veces por el fisio. Sucedió nada mas cambiar la postura de los pies al dejar de ir con la puntera hacia arriba y pasar a plano. El soleo y toda la zona entre el gemelo y el tendón de Aquiles echaba fuego y puedo decir que sentía incluso vagamente los latidos del corazón en toda esa zona dolorida. Me faltó el canto un duro para ponerme a llorar y no lo hubiera hecho por el propio dolor sino por pensar en ese momento que la GTR a lo mejor se había acabado para mí.
      Pero no fue así, sobre todo porque a mi lado iba un deportista en el más amplio sentido de la palabra, un amigo y compañero que me calmó en el peor momento y me aconsejo sabiamente (gracias Javi eres grande). Unos minutos de relajación, estiramientos y… en marcha!!.  Eso sí, algo cambió desde ese km 17,5 hasta la meta, fue necesario variar mi “política de pisada y postural” por consejo de mi compañero de viaje , de no ser así,  cada vez que taloneara al correr durante un rato seguido, mi maltrecho soleo me avisaría con uno de sus latigazos de dolor.
      Avitualamiento del “Alto del León” (km20),  pedacitos de plátano, agua fresca, un gel y fotito.  A esas alturas de carrera,  Juanje se había quedado unos minutos atrás, Mario y Jesús iban en cabeza del grupo y ya no perderían esa posición hasta el final de la prueba, de todo eso nos enteraríamos al finalizar la carrera.
    Rampas duras desde el “Alto del León” hasta “Cabeza  Lijar”, llegando a usar las manos para sortear piedras y pequeños riscos hasta llegar a la mejor vista de todo el recorrido, “Cabeza de Lijar”, punto más alto de la prueba con 1.823m de altura.  Ligera bajada hasta el tercer avituallamiento en el “Collado de la Mina”  en donde me apliqué  spray tipo réflex del ejercito en ambas piernas y le cedí un poco a dos corredores que al verme el bote en la mano pareció más bien que habían visto al ‘Mesias’ salvador.  Fue en ese momento cuando le empiezan a surgir las primeras molestias en el pubis a Chuster, sobre todo, como el decía, al “recoger” la pierna hacia delante. 
Unos pequeños estiramientos, guardo el spray y adelante.
      Pequeña subida hasta el “Refugio de Salamanca”, el cual yo confundo con “La Naranjera”  por su más que similar construcción y dimensiones, sin darme cuenta que para este último punto faltaban aun no menos de 4 km ya que “La Naranjera” se encuentra muy cerca del inicio de la subida al Monte Abantos.
     Desde el “Refugio de Salamanca” hasta  los pies del Abantos, predominaban las bajadas aunque también existían subidas de bastante entidad. Por fin y tras bajar por los peores senderos de la prueba (repletos de piedras y tierra movida), dejamos inmediatamente a la izquierda el refugio de “La Naranjera” (km28), señal inequívoca de que muy pronto comenzaría la subida al Monte Abantos.
     Y tras pasar una corta zona de llano llegó el momento de enfilar la última subida, de unos 4km hasta el Abantos. No se trata de la subida más dura de la prueba, sí la más conocida de todas y que llegaba en un momento en el que la carga de kilómetros (km30) empezaba a hacer verdadera mella en las fuerzas, que no en el ánimo, que crecía y crecía ya de modo incontrolado al sabernos más que posibles "Finisher".
    Subimos entonces un falso llano y afrontamos la primera y tal vez la más dura  rampa de las tres que componen la subida al “Monte Abantos” por su cara trasera, cara opuesta a San Lorenzo del Escorial. Al culminar está primera rampa comenzamos a bajar tímidamente ya hasta el cuarto y último avituallamiento.
     La cima del Abantos ya se divisaba desde ese punto. Justo antes de comenzar una tímida bajada hasta el cuarto y último avituallamiento, Chuster sufre un tropezón que le hace trompicar sin caerse, pero, eso sí, el movimiento brusco hace que su dolor en el lado derecho del pubis torne mucho más agudo, ni con esas se rindió, el bravo y solidario atleta aguantaría en esas condiciones hasta el final de la prueba…bravo Javi!!!
     Llegamos al avituallamiento, situado justo antes de la segunda rampa hacia la cima, en un cortado en el que había que pasar una portezuela metálica. De ahí hasta los 1.753m del Abantos el ritmo fue de una cadencia bastante baja por la malísima calidad del piso, repleto de tierra y piedras sueltas sin respiro alguno.  
     Experimenté un gran alivio al llegar a la cima del Abantos, se trata de un monte muy especial con una vista espectacular de toda la Sierra de Guadarrama y más aun en un día tan radiante y claro como estaba siendo ese 12 de octubre.
     La bajada del Abantos hasta El Escorial y la Meta se presumía como un paseo por “alfombra roja” y la verdad, tuvo poco de eso, de bajada rápida. Los ritmos en esos 6 kilómetros (desde el km35 al 41) oscilaron entre los 10 y los 17 minutos por kilómetro, ahora era toda la parte delantera de las piernas la que, poco acostumbrada ese día a las bajadas prolongadas, se resentía. El dolor en los cuádriceps y sobre todo las pantorrillas era más que latente, al menos en mi caso fueron los momentos en los que más eché de menos el entrenamiento que no tuve los últimos días por mis molestias. 
     A ya solo un par de kilómetros de la meta, nos volvimos a perder junto con otros cinco corredores y, aunque comenté que no iba a profundizar en la pésima organización, todo queda dicho al conocer el hecho de que que muchísima gente se perdió en esta ruta, y lo que es peor, si es malo perderse en 41 km imaginaos como debió de sentar a otros corredores perderse en la GTR50 de 60km y la GTR90 de casi 100km. Un desastre que pudo desembocar incluso en males mayores para la salud de los participantes, fiasco total de PaleoCenter.  
     Una vez redireccionados correctamente, entramos en terreno duro a una urbanización llena de calles hacia arriba y abajo, con mucha vegetación al hallarse prácticamente aun en el monte. Dejando la urbanización empezamos a bajar una calle ya dentro del Escorial hasta que pude ver una de las torres del monasterio.
  Ni os imagináis la alegría que experimenté, una pareja que venía andando por nuestro lado nos dijo el típico “Animo chicos” con un fuerte grito que, no se si por el día tan intenso que habíamos vivido, por los dolores físicos, porque llevábamos mucho tiempo sin ver el suelo firme, o por que razón, hizo que me estremeciera de un modo tal, que hoy, pasados ya cinco días, aun hace que se me ponga la piel de gallina.
    Recorrimos el muro en forma de “L” situado justo enfrente del Monasterio y los gritos de “vamos chavales se sucedían”, de repente el público nos obligó a girar a la izquierda de modo repentino cuando absolutamente de sopetón nos encontrábamos a solo 15 metros de la meta.  Entramos Javi y yo juntos, yo, visiblemente más emocionado saqué de muy adentro mi prometida dedicatoria cuando surgió alguna lagrima, grifo el cual cerré inmediatamente, aun siendo lagrimas de alegría. Ese no era un día para las lagrimas. 
                                    vaya dos
   Gracias Juanje, Mario, Jesus y Javier por hacer realidad este día conmigo. Pero sobre todo a ti Chuster, que sacrificaste el haber podido haber hecho un mejor tiempo por estar conmigo y ayudarme. Estoy convencido de no haber podido acabar felizmente este día sin ti, eres muy grande amigo.
   De los otros tres he puesto todo lo que se, para el próximo día os venís conmigo y tendréis más espacio en mi crónica jejejeje. Es broma, sobra decir que si este día fue un 9,5 hubiera sido ya un 10 de haber estado todo el rato también con vosotros tres.
   El 12 de octubre de 2013 fue el día de los retos realizados, el día de apostar por el valor, por el todo o nada…
   Fue el día deseado de los VR Javi, Juanje, Jesús, Mario y Candi, los cinco leones de Guadarrama.
                  I N O L V I D A B L E               
P.D: De la tarde de cervezas de medio litro, la morcilla, las mollejas, las croquetas de jamón y los gintonic no diré nada, pero las horas posteriores fueron también muy especiales. Ahí van unas fotillos para ilustraros, un saludo a todos.
Mario con los verdaderos leones


                            
Las chicas al fresquito



Antes de cenar